Las primeras civilizaciones en la historia de la humanidad entendían el universo como obra de fuerzas mágicas, espirituales o divinas. Así, detrás del fuego, la lluvia, los rayos, las erupciones volcánicas, los huracanes, el agua, las estrellas, la luna y, en especial, el Sol, existían dioses que dictaban el destino del mundo. El hombre sabía que el astro rey era la principal fuente de la vida y, por ello, lo convirtió en una deidad a la que veneraba y le rendía tributo incansablemente.
De Ra al Sol Invictus
En la cultura egipcia, el dios solar se llamaba Ra, símbolo de la luz y dador de la vida. Cuenta la leyenda que el astro viajaba en el cielo a bordo de una barca y, de acuerdo con el día, encarnaba una identidad diferente: al amanecer era Jepri, un escarabajo que empujaba al sol; al mediodía se convertía en Ra, representado por el disco solar; y al anochecer, se transformaba en Atón, un anciano apoyado en un bastón. Hacia el año 2.400 a.C., entre el vasto número de dioses, Ra se volvió figura central, incluso los faraones se creían sus hijos y, en algunos casos, su reencarnación. Era tal su importancia que en la quinta dinastía se lo considero el dios del imperio y, más tarde, empezó a fundirse con otras deidades, haciéndose más poderoso; se convirtió en Atum-Ra, Min-Ra y Amón- Ra. De este modo, fue el principal dios durante los siglos que duró el Imperio, excepto por un breve periodo, en los tiempos del faraón Akenatón (1352-1335 a.C.), quien impuso a Atón, representado por el disco solar, como único dios.Para los griegos, la estrella amarilla estaba personificada por Helios, hermano de Selene (diosa de la luna) y Eos (diosa de la aurora). La mitología lo describe como un dios que proporcionaba luz al mundo a bordo de un carro tirado por cuatro bellos caballos, con el que todos los días cruzaba los cielos hasta que llegaba la noche y se sumergía en el océano para descansar. La historia que más llama la atención alrededor de él es la de su hijo Faetón, quien al intentar conducir el carro solar murió a manos de Zeus, puesto que estaba a punto de incendiar la tierra. A partir del período Helenístico o Alejandrino (siglo III a.C.), Helios fue sustituido por Apolo, una de las deidades más importantes y multifacéticas de la mitología Griega; además de ser el dios del sol y la luz, era, de las artes, la medicina, la poesía, el tiro con arco y la música. En las diferentes expresiones del arte grecorromano, Apolo fue presentado como el más hermoso, un hombre joven de cuerpo atlético y cabello ondulado.
Varios siglos más tarde, en la civilización romana, el sol adquirió un poder divino superior, cuando en al año 218, el emperador Heliogábalos proclamó el culto al dios solar Mitra, importado de Persia, como religión oficial del Imperio. Fue rebautizado con el nombre de Deus Sol Invictus y su supremacía terminó durante el gobierno de Constantino, en siglo IV, con la llegada del cristianismo.